Ejercicio físico, un nuevo y eficiente recurso de la medicina antienvejecimiento

Introducción

Una gran parte de sentirse y verse joven reside en la posibilidad de mantener las facultades mentales en buen estado: una persona puede verse joven pero, si al cruzar las primeras palabras detectamos inconsistencias, tiempos de respuesta demasiado largos o dificultades para expresarse, la apariencia pasa a no tener relevancia.

Lo mismo ocurre con la capacidad de retención o memoria; muchas personas han pasado por distintos procesos estéticos y tienen una apariencia juvenil, pero si detectamos que nos repiten una y otra vez la misma historia, o no recuerdan eventos que han sucedido recientemente o nuestro nombre, a pesar de haberlo reiterado, entramos a dudar de su estado de conservación mental. A la inversa, existen personas que son capaces de mostrar una mente joven y un poder cognitivo llamativamente conservado.

Por lo tanto, la importancia de mantener esta “arma de seducción invisible” en buen estado es uno de los desafíos de la medicina antienvejecimiento.

Cerebro joven

Estudios clínicos muestran que el ejercicio, ya sea de intervalos o simplemente rutinas de 20 minutos a la semana, pueden ser un punto clave para mantener el cerebro joven y activo (13). La evidencia acumulada indica que el ejercicio puede mejorar el aprendizaje y la memoria, así como atenuar la neurodegeneración, incluida la Enfermedad de Alzheimer (EA).

Además de mejorar la neuroplasticidad al alterar la estructura sináptica y la función cerebral en varias de sus regiones, el ejercicio también modula sistemas como la angiogénesis y la activación glial, cuyos efectos beneficiosos sobre la neuroplasticidad son conocidos.

Asimismo, el ejercicio ayuda a mantener un microambiente cerebral que facilita la plasticidad sináptica al mejorar la eliminación de la sustancia beta-amiloide, uno de los principales culpables de la patogénesis del Alzheimer (4).



Se sabe que el ejercicio físico retrasa el deterioro cognitivo relacionado con la edad. Un estudio aleatorizado y controlado que evaluó la asociación entre el ejercicio y la función cognitiva en 120 participantes sanos mayores de 65 años mostró que 6 meses de ejercicios revirtieron la pérdida relacionada con la edad en el volumen del hipocampo y mejoraron el rendimiento en una tarea de memoria espacial computarizada (5).

Un metaanálisis que incluyó 42 estudios (de 1966 y 2010) de intervenciones cognitivas de ejercicio sobre una cohorte de 3781 adultos sanos mayores de 55 años inclusive concluyó que el entrenamiento aeróbico mejora el rendimiento cognitivo (6).

Pero es llamativo que no todo tipo de ejercicio puede ser provechoso para este fin. En efecto, los altos niveles de ejercicio de carreras perjudican diferentes tipos de memoria, como la espacial dependiente del hipocampo (7, 8).

También se ha especulado con que la intensidad del ejercicio afecta el rendimiento cognitivo en forma de “U” invertida. En otras palabras, la mejora cognitiva es más efectiva en el ejercicio de intensidad moderada, mientras que el ejercicio en baja intensidad es menos efectivo y en alta intensidad induciría altos niveles de respuesta al estrés, lo que perjudicaría el rendimiento cognitivo (9).

Otros estudios han encontrado resultados similares. Por ejemplo, consistentemente con el estudio anterior, se ha determinado que los efectos del ejercicio sobre la salud mental dependen de la dosis. En los adultos, una cantidad moderada de ejercicio ejerce mayores beneficios en la salud mental que las dosis bajas o altas de ejercicio (10).




Fuente: "Cerebro al 100%", del Prof. Dr. Carlos W. Castells.
                (Textos y referencias completas en el libro)




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Fuente: Libro Cerebro al 100%